Ecoturismo con niños: Parque Natural del Estrecho
Este año en nuestro viaje al sur nos hemos alojado en plena naturaleza, ni más ni menos que en el Parque Natural del Estrecho (Cádiz). Ahora que Pitufona ya camina (y corre, y escala…) podemos ampliar la variedad de alojamientos cuando viajamos, y éste era uno al que le teníamos ganas.
A medio camino entre el Mediterráneo y el Atlántico es una zona que merece la pena conocer y que los peques la disfruten y exploren. Para saborear más la experiencia nos alojamos en unas preciosas cabañas de madera dentro de la zona de Los Alcornocales, un bosque de laurisilva. Hacía mucho tiempo que no experimentaba la sensación de oír solo el ruido de las ramas de los árboles y nada más.
Las cabañas están equipadas con todo lo básico y aceptan animales de compañía. El aparcamiento es exterior para no estropear el medio y se agradece, pero hay que tenerlo en cuenta a la hora de trasladar niños o personas con movilidad reducida, igual que las cabañas cuentan con escalones de entrada y una escalera interior que Pitufona se empeñaba en escalar una y otra vez. Hay piscina, poco frecuentada y super tranquila rodeada de árboles, y rocódromo (imprescindible monitor).
Ideal para practicar el senderismo, descenso de cañones, escalada, el cicloturismo y a pocos metros andando del Centro de Visitantes Huerta Grande. El centro contiene información presentada de manera atractiva a los niños.
A partir de la edad de Piticli ya les llama la atención y se les puede empezar a explicar cosas con la ayuda de los paneles táctiles, las pantallas y las figuras enormes. Además podéis solicitar la visita al parque ornitológico que está justo al lado. Y conocer las aves de la zona y sus migraciones a través del Estrecho. También disponen de todo tipo de mapas y folletos de la zona.
Cerca del Centro de Visitantes, se encuentra una representación preciosa de la zona del Estrecho. En ella que puedes situarte literalmente encima del punto en el que te encuentras y explicar a los peques el punto en el que se cruzan las dos aguas, el estrecho, los dos continentes…(ya depende de la edad, la explicación puede ser más o menos compleja)
Ha sido un verdadero lujo poder estar en un sitio así, en nuestra «casita del bosque» como decía Piticli. Creo firmemente que cuanto antes se empiece a «cultivar» en los niños el gusto por la naturaleza, antes aprenderán a respetarla y cuidarla. Ver bosques, animales en libertad, ríos fluyendo, el croar de las ranas… Es algo que se va quedando como un poso en esas cabecillas que son como esponjas.
No todo está en los libros, salir y ver, experimentar, oler, tocar…todo eso es una gran escuela.
Destino super recomendado si os gusta lo verde. En la próxima entrega os contamos la parte costera, que también la hubo.
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